La novela negra en catalán exhibe músculo en L’Espluga de Francolí

 El festival El vi fa sang convierte el puente del 1 de mayo en una fiesta criminal

No podía haber lugar más emblemático: L’Espluga de Francolí, el pueblo que da entrada al cercano monasterio de Poblet, panteón real por excelencia. Allí, en tierra de vinos, ha nacido El vi fa sang, un festival de novela negra en catalán que ha tenido sus puntos fuertes durante los días del puente de mayo, una cita que se suma a los numerosos festivales de género negro que han nacido en los últimos años.

Isabel Clara Simó © Fotografía de Carles Domènec
Isabel Clara Simó © Fotografía de Carles Domènec

Por el festival han pasado más de cuarenta escritores diferentes participando en mesas redondas (casi siempre cuadradas o rectangulares, algo que debería dar que pensar) o presentando libros, actividad agradecida pues en el festival todos se presentaron en pequeñas bodegas locales, con asesinato de botellas de buenos caldos incluidas. Andrea Camilleri e Isabel Clara Simó se llevaron los premios a la trayectoria.

En estos tres días la novela negra en catalán exhibió músculo. Se empezó con un homenaje a los padres fundadores del género negro en catalán, Rafael Tasis, Manuel de Pedrolo y Jaume Fuster y se constató el buen estado de salud de forma del género en la actualidad, aunque con matices en las cifras de venta: los bestsellers actuales en catalán se mueven en torno a los 1.000 o 1.500 ejemplares vendidos, mientras que a principios de los años noventa había títulos que llegaban a vender más de 60.000. Así mismo se hizo una indagación en la vida de los personajes de las novelas en las que se evidenció la transmisión entre los autores de novela negra de la generación de los años ochenta y noventa con la actual.

Así, Margarida Aritzeta, recuperada recientemente para el género con la espléndida L’amant xinès, compartió mesa con Marta Banús, Lluís Bosch, ganador del último premio Memorial Agustí Vehí o Jaume Benavente, el padre literario de la inspectora holandesa Marja Batelaar.

El festival también tuvo otros puntos de debate interesantes, como el de la traducción de obras literarias; la importancia del mantenimiento de colecciones específicas o la presencia en las tramas de la política, con el debate sobre la independencia de Cataluña y su plasmación literaria.

Jaume Benavente © Fotografía de Carles Domènec
Jaume Benavente © Fotografía de Carles Domènec

Entre los autores que estuvieron presentando libros destacó la presencia de Emili Bayo, último ganador del premio Crims de Tinta que otorga RBA/La Magrana; Jordi Cervera o Josep Torrent entre otros. Y entre las conclusiones interesantes algunas a las que se llegó: se necesita una mayor visibilidad; hay que conseguir entrar en el cerrado y complejo mundo universitario y hay que consolidar los lectores y conseguir complicidades con los medios de comunicación para explicar que se hacen cosas muy buenas y muy interesantes, además de intentar la exportación a otras lenguas.

Josep Torrent © Fotografía de Carles Domènec
Josep Torrent © Fotografía de Carles Domènec

Sea como sea, el nivel fue muy alto, los vinos muy buenos, y el público asistente muy numeroso, lo que hace prever una larga vida para este festival del puente de mayo.

SEBASTIÀ BENNASAR.