“El Procedural se está agotando, hay una saturación del mercado”

Àlex Martín Escribà. Fotografía de Carles Domènec
Àlex Martín Escribà. Fotografía de Carles Domènec

La novela negra española adolece de una falta importante de investigadores sobre el género, tal vez porque en España todo es joven y cambiante: la democracia, el sistema universitario, el propio género… Àlex Martín Escribà, profesor de la Universidad de Salamanca, es uno de estos raros investigadores. Junto con Javier Sánchez Zapatero, dirige el Congreso de Novela y Cine Negro de la Universidad de Salamanca, una referencia ineludible después de once años de celebración ininterrumpida.

-Vuestro congreso de novela y cine negro acaba de celebrar la undécima edición y se ha consolidado como una referencia indiscutible en el panorama hispánico. ¿Cómo surgió la iniciativa?

-Me gusta que digas que se ha convertido en un clásico en el circuito. El congreso se creó porque llega un momento en el que te aburres de lo que estás estudiando en la Universidad y decides hacer algo vinculado con lo que te gusta, las novelas y las series que consumes habitualmente. Así conocí a otro sonado en Salamanca con los mismos gustos e intereses (Javier Sánchez Zapatero) y empezamos a organizarlo y salió el primer congreso, con muchos invitados y mucho éxito. Tanto que el primer año había en las mismas fechas un congreso sobre el Quijote y ellos tuvieron 30 asistentes y nosotros 170 matriculados, lo que nos hizo ver que era muy importante introducir el género negro en el ámbito académico. El éxito fue grande, pero hicimos la segunda edición porque el congreso generó 6.000 euros de beneficios y si no lo hacíamos se los quedaba la universidad.

-Hasta que llegó un momento en qué de un congreso sólo de invitados se pasó a un congreso de ponencias, un giro importante…

-Después de la quinta edición del Congreso llegó la crisis y empezaron los recortes de los patrocinadores privados, así que si queríamos continuar había que reinventarse, y al final hemos encontrado la fórmula perfecta: un congreso de comunicaciones y muy universitario en las sesiones de mañana y con conferencias plenarias abiertas a todo el mundo por la tarde. Este año hemos llegado a las 150 comunicaciones presentadas. Habíamos recibido 180 y 35 se rechazaron, y hemos tenido ponentes de EUA, Egipto, Australia, China, Latinoamérica, de muchos lugares de Europa y de toda España.

Àlex Martín Escribà. © Fotografía de Carles Domènec
Àlex Martín Escribà. © Fotografía de Carles Domènec

-El congreso siempre se ha asociado a la publicación de sus discusiones, llenando así un hueco en la bibliografía ensayística en castellano…

-Sí, lo teníamos claro desde el principio. Los primeros cinco volúmenes incluyen las reflexiones de los escritores sobre el género, mientras que desde el sexto tenemos las ponencias y conferencias en unos libros muy interesantes que amplían la bibliografía. Fíjate que ningún festival publica sus actas y para mí es lo más importante, porque sin haber estado puedes leer las reflexiones, además es currículum para los participantes y la fórmula de artículos muy cortos, de siete u ocho páginas, permiten una gran variedad de aspectos y temáticas. Para nosotros la publicación de las actas era fundamental.

-¿Crees que últimamente el género negro está contaminado por una pléyade de autores que normalmente no lo escriben y hacen su incursión, a veces desafortunada, atraídos por quién sabe qué? ¿Hay demasiada permeabilidad hacia el género?

-Mirad, hay un artículo de Xavier Coma que siempre cito en este caso y que se titula “Barnícese de negro y véndase como literatura”. Creo que el problema es el de la pérdida de significación de lo que es la novela negra, es un problema de definición. Como parece ser que esto es la gallina de los huevos de oro, a todo lo clasificamos como negro y pierde su significación. La novela negra es aquella que se hizo en los Estados Unidos entre las décadas de 1920 y 1960 por narradores especializados en este género, que muchas veces habían sido periodistas, y que deciden hacer una crítica profunda del país. Luego los franceses, que en literatura siempre hacen las cosas mejor que nadie, la introdujeron en Europa gracias a la figura de Marcel Duhamel, director de la mítica Série Noire de Gallimard. En Francia la revolución del 68 y el desencanto que conllevó añade al género un ingrediente claramente político que podemos ver en las obras de Jean-Patrick Manchette o en las de Didier Daeninckx, novelas profundamente politizadas pero que no pierden la identidad del género. Y luego tenemos a Manolo Vázquez Montalbán. Las tres primeras novelas, que para mí son Tatuaje, Los mares del sur y Asesinato en el comité central, son muy policiacas, pero después el género le da igual, se dedica a otras cosas. Y claro, abre la posibilidad de que cualquiera intente hacer algo para venderlo como novela negra, muchas veces con muy malos resultados.

-¿Y tú cómo te posicionas como lector?

-Yo soy bastante purista. Leo productos negros que me recuerden a la novela negra americana.

-Javier y tú concedéis en vuestro congreso el premio Pata Negra a la mejor novela negra española publicada entre congreso y congreso, un premio de la crítica que además se puede comer. ¿Cómo funciona?

-En primer lugar hay dos cosas obvias y que facilitan la elección: Javier hace críticas en La Gaceta de Salamanca y yo en Le Monde Diplomatique y con lo que llevamos reseñando a lo largo de todos estos años, las editoriales ya te tienen fichado y te mandan las cosas que a priori piensan que te pueden interesar. Lo que hacemos es reunirnos con una lista previa cada uno de lo que nos ha gustado, con unas siete u ocho novelas, y luego empieza la discusión. Es un premio de la crítica y la intención es premiar una novela que sea original por su estructura y por su contenido. Por ejemplo, este año se lo hemos dado a Víctor del Árbol, que tal vez se escapa del canon pero que ha escrito una novela muy personal, con cambios temporales muy bien ligados y con un punto de vista diferente. Yo creo que el Procedural se está agotando y aunque se hacen cosas muy buenas hay una saturación del mercado.

-¿Te atreves a hacer un análisis del género negro español y a darnos algunas pistas para no perdernos?

-Yo creo que en los años 90 se produce un cambio radical que se refleja sobre todo en las novelas del cambio de siglo que es que las novelas de procedimiento con protagonistas de todos los cuerpos policiales es la tendencia principal y el gran elemento introducido con normalidad que, por ejemplo, no utilizaba o utilizaba menos la primera generación de escritores de novela negra españoles. Luego la otra gran revolución ha sido la de la descentralización de los espacios. Ahora tenemos novelas negras en toda la geografía. Creo que el estado de salud de la producción es muy bueno y que es difícil definir más características comunes porque por suerte se hace de todo. Y entre los escritores destacaría a Eugenio Fuentes por el hecho de haber creado un espacio imaginario para sus obras, y a Domingo Villar, de quien llevamos años esperando la tercera novela, y de los de la primera generación me interesa muchísimo la obra de Julián Ibáñez, que era muy bueno y que sigue mejorando y sorprendiendo en cada novela.

-Ya para acabar y para marcar tendencia, cinco novelas negras imprescindibles para nuestros lectores.

-Disparen contra el pianista, de David Goodis.

-L’affaire N’Gustro, de Jean-Patrick Manchette

-La neblina del ayer, de Leonardo Padura

-Ginesta pels morts. Agustí Vehí

-Entre trago y trago. Julián Ibáñez.

SEBASTIÀ BENNASAR Y CARLES DOMÈNEC