Para todos los debutantes en el género negro siempre hay un momento especial: el de pasar por la librería Negra y Criminal, en la Barceloneta, para compartir con vino y mejillones el nacimiento de su criatura. Ayer, a la hora del vermut, fue Santiago Álvarez, quien nos presentó a su detective Mejías, protagonista de La ciudad de la memoria, editada por Almuzara en su colección Tapa Negra. Paco Camarasa ejerció de anfitrión, claro está, pero el papel de padrino de la ceremonia recayó en Carlos Zanón, que vinculó de forma muy interesante la novela con sus referentes cinematográficos.
La memoria es uno de los grandes temas de la obra de Álvarez -por cierto, ayer casi no se habló de Berta, el fascinante personaje femenino de la novela sin el que Mejías no funcionaría de ninguna manera-, pero lo que me gustó de la presentación fue el discurso sobre realidad y verdad y sobre realidad y ficción que esgrimió el debutante y que creo que fue decisivo para convencernos de la solidez de la propuesta -a los que no la habían leído todavia.
Al final, claro, mejillones y vino para hacerlos bajar por el gaznate. Y una sorpresa en forma de whisky que le regalaron sus amigos de la sociedad Tolkien, porque por si alguien aún no se había enterado, Álvarez es un hombre de múltiples caras que ha llegado al género negro para quedarse.