El hilo que les une

Alberto Anaut, presidente de PhotoEspaña y director de La Fábrica, presenta con estas palabras Vivarium, la exposición del artista Miquel Barceló y su madre Francisca Artigues, en el Real Jardín Botánico de Madrid, que se puede ver hasta el próximo 6 de enero. Para la muestra, se editó el libro ‘Vivarium’ (La Fábrica, 35 euros), con 50 fotografías de Jean del Moral y una introducción del escritor Colm Tóibín. 

Esta exposición es una historia de amor. La que une los dibujos del pintor Miquel Barceló con los bordados que hace Francisca Artigues, su madre, sobre esos dibujos. Desde hace más de 20 años, Miquel dibuja para que su madre borde. Manteles, edredones, cortinas, servilletas… Todo el mundo del artista está en esta exposición.

Francisca empezó a bordar cosas suyas, siguiendo la tradición que había visto en su madre. Así nació el mantel azul de los peces que está en la sala. Después Miquel se metió por medio y primero le dio unos dibujos de cefalópodos y después ya les dio las telas con sus dibujos.  Y ahí empezó esta historia. “Mi madre y yo- dice Miquel Barceló- siempre tenemos este hilo que nos liga; esa es una cosa que me gusta. Bordar es un contacto permanente. Cuando empezó a bordar sobre mis manchas de acuarela le gustó; el color lo hacía más excitante. Siempre tenemos grandes discusiones sobre de qué color tienen que ser las cosas. Ella tiene un sentido muy racionalista. Sí yo quiero hacer un caballo verde ella opina que no, que tiene que ser marrón. En cada obra tengo que pasar un examen de ciencias naturales. Cada cosa debe tener las cosas que tocan”.

Está exposición contiene las ”obras completas” del trabajo a cuatro manos entre Miquel Barceló y su madre, Francisca Artigues. O entre Francisca y su hijo Miquel. Se llama Vivarium porque es un contenedor de seres vivos.  El nombre viene de una de las obras que se exponen, un tapiz gigantesco en el que Barceló empezó haciendo manchas con acuarela y después de cada mancha surgían nuevas figuras. “Como mi madre me pedía cada vez más, el tapiz fue llenándose y trabajamos casi dos años”. El resultado es una obra extraordinaria donde un mundo de seres se entrelaza en crecimiento constante.

 Vivarium no es una exposición de cuadros. Los bordados de Francisca- de punt mallorquí- han ido construyendo cosas funcionales. La familia Barceló se reúne a comer los domingos y estos manteles se usan en esas reuniones. Lo más asombroso de obras que se presentan en esta exposición es que cada cosa sirve para algo. 

 Madre e hijo han establecido su propio y lo que les une. “Esto hace -dice Barceló –  nuestra relación más cercana. Los bordados de mi madre son un hilo que llega muy lejos; mucho mejor que el teléfono”. 

Texto de Alberto Anaut.

Fotografías de Carles Domènec