
Andréi Kurkov es posiblemente un auténtico desconocido en España, pero eso sólo nos indica un hecho: todavía nos faltan muchas traducciones. El escritor ucraniano (a pesar que nacido en San Petersburgo en 1961) estuvo en Barcelona el mes de abril. Autor de algunas novelas negras como por ejemplo la interesantísima Pingüino perdido, abrió un acto internacional del Pen Club. Pudimos conversar unos minutos con él…
–Cuando te iniciaste en la escritura acababa de producirse la disolución de la URSS y eso se refleja en algunas obras tuyas. ¿Cómo se reflejará el actual conflicto ucraniano en tus textos?
-Bueno, de hecho ya se puede ver en Los diarios de Maidan, que explican la transición política en Ucrania, es una crónica en forma de diario de lo que pasaba. Esto ya lo he hecho y no pienso volver a hacer un libro así. Tal vez cuando toda la situación esté estabilizada tal vez sí que intentaremos entender algo. De momento lo que hago son artículos y ensayos para diferentes medios de comunicación, siempre como free-lance, pero todavía no soy capaz de escribir ficción.
-En tu conferencia hiciste una férrea defensa de la diversidad lingüística, ¿cómo está la situación del ucraniano en estos momentos?
-La situación no se puede entender si no se hace un poco de historia geopolítica y se piensa que hace cincuenta años había una parte de Ucrania que formaba parte de Polonia, otra que había sido parte del Imperio Austrohúngaro y todavía otra de Rumanía y la otra de Rusia. Durante nuestra pertenencia al territorio soviético, las decisiones que se tomaron afectaban directamente a la población, como por ejemplo la venida masiva de trabajadores a algunas zonas para trabajar en la industria. Podríamos decir que el ruso se habla en todo el país y que en Kíev, en la capital, hay mucha gente que habla ruso. En el país hay diez millones de persones que son étnicamente rusos y hablan ruso y diez millones más que son étnicamente ucranianos por que hablan ruso, aunque la mayoría de gente del país puede ser bilingüe. La gente mayor habla ucraniano, pero también ruso, pero la gente mayor que habla ruso tal vez no habla y no entiende el ucraniano y todavía hay zonas, las más próximas a Rusia y las actualmente ocupadas, en las que se habla ruso y donde sus habitantes creen que el ruso es una gran lengua y no quieren aprender ucraniano, que consideran un dialecto.

-Tus libros se publicaron con una cierta regularidad en España hasta el 2006, pero desde entonces nada, ¿hay alguna perspectiva al respecto?
-No, no hay ningún plan. Mi editor muestra los libros aquí, pero no suscitan ningún interés. Mi última novela sí que se publicará en castellano, pero será en Colombia.
-Resulta curioso, como mínimo, que publicases un puñado de novelas negras y que ahora estés en Barcelona, una ciudad volcada con el género, y en cambio sea casi imposible leerte…
-Bueno, no hago novela negra…
-Pero tus libros están en las estanterías de este género en las bibliotecas e incluso en las librerías de segunda mano…
-Es posible. Me explicaré. No soy un escritor de novela negra, sino que describo las situaciones que pasan en mi país. Lo que pasa es que estas situaciones muchas veces son muy criminales y en las novelas se habla de crímenes como una manera de hablar de la realidad, a pesar que mi obra no es exactamente negra. Pero mira, sea como sea, hace tiempo que mis libros no interesan en España.
-Lo que sí que es indudablemente negro es tu sentido del humor…
-Sí, eso sí. Es un mecanismo de defensa y se desarrolló mucho en el mundo postsoviético. Me gusta utilizarlo en mi obra.
-Y ahora que el conflicto ucraniano ha sido desplazado de las páginas informativas después del verano caliente, ¿cómo lo ves tú que has estado mucho más cerca y mucho mejor informado que nosotros?
-El territorio ocupado por los rusos se mantendrá bajo su control con toda probabilidad y eso hará que en los próximos quince años las relaciones internacionales entre Ucrania y Rusia sean muy duras. Desde el punto de vista comercial y cultural habrá un cambio de orientación definitivo hacia Europa, que ya había empezado pero que no era tan consciente como ahora. La gente querrá estar lejos de Rusia culturalmente y económicamente porque los rusos son como los franceses y hacen de su lengua y cultura un elemento de aculturización de las otras realidades.
SEBASTIÀ BENNASAR