Es muy posible que en los últimos tiempos se haya abusado del procedural como elemento generador de novelas negras en España. La denuncia que hacía al respecto Álex Martín en esta misma revista es cierta, pero a la vez la superabundancia de tramas con policía a veces nos trae sorpresas interesantes. La penitencia del álfil –con versión en catalán, La penitència de l’l’alfil– (ambas publicadas por Alrevés) de Rafa Melero es una de ellas. Tal vez lo sea por el hecho que su autor sea Mosso d’Esquadra (inciso, se deben aburrir mucho estos Mossos porque el número de autores pertenecientes al cuerpo no para de crecer) y por tanto domine perfectamente las tramas y el procedimiento o tal vez se deba simplemente a que Rafa Melero escribe bien. O a la combinación de ambas.
En La penitencia del alfil nos encontramos a su personaje fetiche, Xavi Massip, sargento de los Mossos en excedencia, que recibe la petición de ayuda de un inspector retirado del cuerpo nacional de policía, Alejandro Arralongo. Estamos en 2013 y según el inspector hay un psicópata que actúa cada diez años que empezó sus andanzas en 1993 y que ahora está a punto de repetir el procedimiento que puede comportar tres víctimas más.
Me gusta la manera que tiene Melero de construir a sus personajes principales por acumulación. Casi podemos verles y con sus actuaciones y sus diálogos podemos penetrar en sus mentes. Massip, metódico pero a la vez abierto a nuevas posibilidades de investigación, Arralongo atormentado, de la vieja escuela, con un mundo nuevo por descubrir. En este sentido Melero es muy clásico, usa la estructura de doble personaje, de pareja de investigadores que tan bien ha funcionado desde Sherlock y Watson hasta la actualidad.
La referencia a la novela policíaca victoriana no es baladí. En este procedural estamos mucho más cerca de la novela de intriga –a pesar de la cantidad de muertos, de la espectacularidad del caso y de la magnífica recreación psicológica del perfil del asesino- que no de la novela negra pura y dura, aquella en la que lo importante (y para mí como lector, lo más interesante) es la descripción y análisis de una sociedad a partir de una trama criminal. Melero se mueve por otras coordenadas, muy interesantes, porque ha sido capaz de darle a ese tipo de novela un ritmo nuevo y lo ha mezclado con el thriller, consiguiendo que el lector esté atrapado desde el primer momento hasta el final.
Si hablásemos de cine deberíamos pararnos, necesariamente, en comentar el montaje de este libro. La estructura es muy inteligente. A base de analepsis y prolepsis el lector cambia de escenario temporal y de escenario físico –Madrid y Barcelona- y está esperando que llegue el momento anunciado en el primer capítulo, lo que permite ir avanzando en la lectura porque tenemos ese plato principal ya servido, solo que Melero nos explicará a la perfección cómo se ha llegado a él.
Por supuesto en la novela encontraremos los recelos a la colaboración entre los dos cuerpos policiales, buenos personajes secundarios –entre ellos Ana, la chica que ayudará de forma decisiva a la investigación- y buenos personajes comparsa, pero sobre todo la obra destaca por su ritmo y por el intento de explicar cómo se forma una mente criminal y cómo se intenta combatir desde el otro lado.
Evidentemente, no es una novela perfecta (¿acaso existe?). A mi entender hay algunas repeticiones de conceptos innecesarias y sobretodo me sobra una escena de sexo que creo gratuita y precipitada y (lo siento por el espoiler) la muerte del personaje más entrañable sin ninguna duda de la novela, un personaje absolutamente prescindible, es cierto, pero tal vez el más valiente de todos, un hombre de biblioteca cuyo fin no se merecía. Pero ya digo que son solo manías de lector. Melero ha construido una buena novela, un buen procedural. Partía con reticencias, su concepción del género negro está bastante alejada de la mía, y al final se ha convertido en una grata sorpresa.
SEBASTIÀ BENNASAR
La penitencia del álfil / La penitència de l’àlfil
Rafa Melero
Alrevés
Barcelona, 2015