HORACE MC COY CONTRA EL FASCISMO AMERICANO

En 1936/37 Horace Mc Coy, un escritor que había conseguido un éxito notable con su obra anterior, ¿Verdad que matan a los caballos? no encontraba a ningún editor que fuese lo suficientemente valiente o loco (o ambas cosas) para que le publicase su segunda novela: Los sudarios no tienen bolsillos. El libro, una de las mejores novelas negras de la historia, tuvo que publicarse en Inglaterra en 1937 y luego consagrarse en el número 4 de la mítica colección Serie Noire de la editorial Gallimard en 1946, con la segunda guerra mundial ya finiquitada, antes de conseguir un editor en los Estados Unidos.

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La historia de la publicación de esta novela en los Estados Unidos es una muestra clara de como el proceso de recepción de algunos de los clásicos de la novela negra ha sido bastante complicada. En muchas ocasiones sólo se consiguió su valoración como literatura de alta calidad después del paso por la colección francesa, a veces hasta veinte años después de la aparición del título en cuestión por entregas en los pulp.

Mc Coy urde una trama terrible: la corrupción institucionalizada en todas las capas de una pequeña ciudad de provincias de América en los años treinta y el precio que comporta para un periodista querer saber la verdad. En los años treinta ya teníamos casi todas las tipologías de investigadores bien establecidas: el detective (con Cosecha RojaEl Halcón maltés) de Dashiell Hammett; la novela narrada desde el punto de vista del criminal (El cartero siempre llama dos veces) de James M.Cain y la figura del periodista, introducida por Mc Coy.

La incorporación de un periodista como protagonista en la serie negra es muy interesante porque permite ver los juegos de poder en las empresas, la relación con la verdad, y pasar por los diferentes registros sociales sin faltar a la verosimilitud. En esta ocasión Mike Dolan se autodespide de un periódico por discrepancias con la línea editorial y porque busca la verdad contínuamente. Eso le llevará a buscar dinero para fundar un semanario dispuesto a poner orden en una ciudad totalmente corrupta.

Mc Coy aprovecha la novela para hacer comparativas entre los líderes de la comunidad y el fascismo internacional. En los años treinta, en plena crisis post-crack de 1929, la tentación del fascismo en los EUA fue mucho mayor de lo que jamás se ha explicado: el modelo hitleriano y el modelo mussoliniano de economía había propiciado cierto éxito en los dos países y en amplios sectores, sobretodo del sur de los Estados Unidos, se veía como una alternativa posible mezclada con el populismo. Uno de los ejemplos más claros fue el del senador Huey Long (asesinado en Baton Rouge en 1935).

Mc Coy nos brinda en esta novela una de las primeras historias con periodista como investigador y nos muestra una América absolutamente descorazonadora. Tal vez por eso podemos soportar una cierta estructura teatral de vodevil en algunos momentos y la relación absolutamente machista del personaje con las mujeres. Una lectura que vale la pena recuperar.

SEBASTIÀ BENNASAR