
Siempre reiteramos que, si hablamos de calidad, no hay nada que envidiar a los nórdicos en el terreno de la novela negra. Lo que es innegable es que algunos escritores escandinavos contemporáneos son mucho más conocidos a escala internacional. “Parte de la explicación es Stieg Larsson, es algo parecido a lo que sucedió con Björn Borg, después de él empezaron a surgir una gran cantidad de buenos tenistas suecos”, comenta David Lagercrantz (Solna, Suecia, 1062), encargado de proseguir la saga Millennium y que acaba de publicar ‘Lo que no mata te hace más fuerte (Destino / Columna).
Lagercrantz recaló en Barcelona, último puerto antes de regresar a Estocolmo al final de una intensa gira internacional, para promocionar la cuarta parte de las investigaciones de Blomkvist y Salander. “Es fácil compartir los valores de Larsson, quizás la gente necesitaba gente que luchara contra el racismo, la intolerancia, el extremismo, la violencia y a favor de los derechos de la mujer”, apuntó Lagercrantz, quien recordó que “poca gente le conocía como periodista, Larsson fue capaz de intuir lo que llegaría: Suecia es por una parte el país más tolerante del mundo pero, a la vez, tiene un 25 por ciento de población que vota a un partido racista”.
El autor ha firmado un contrato para escribir la quinta y sexta parte de Millennium. En un subterráneo de la editorial Norstedts se acordó que él fuera el continuador de la saga. “No puedo fingir ser Stieg Larsson, son libros con sus mismos personajes pero distintos a los suyos, ha sido difícil, la presión ha sido fuerte”, aclaró el amable y espigado Lagercrantz, en la cafetería de un céntrico hotel.

“Pregunté a un neurólogo si había algún caso en Suecia como el de la película Rain Man, con Dustin Hoffman, pensé en lo que sucedería si una persona así viera un asesinato; después apareció el caso Edward Snowden y empecé a trabajar en el libro”, comentó.
Lagercrantz, que se vanagloria de poder escribir libros de estilos muy distintos, es también el biógrafo del futbolista Zlatan Ibrahimovic. “Fue una gran experiencia, Ibra era un macho muy fuerte para sobrevivir, su madre le pegaba, el padre bebía demasiado”, dijo Lagercrantz, quien contó que “en su casa la nevera está repleta de comida, me advirtió que cuando se enfadaba de niño y regresaba a su casa con hambre, abría la nevera y a veces solo encontraba cerveza, le produjo un dolor que nunca olvida”. El escritor relacionó esa sensación amarga con su encontronazo como barcelonista con el entrenador y líder Guardiola: “se encontró en el Barça a un equipo muy homogéneo, le ocasionó que volviera a sentirse un outsider, igual que en el gueto”.
Carles Domènec