El boxeo como metáfora. ¡Qué bonito puede ser el periodismo!

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J. R. Moehringer © Fotografía de Carles Domènec

Hemos conocido en castellano, de la mano de Duomo Ediciones, las obras de J.R. Moehringer (Nueva York, 1964) en orden inverso a su escritura. Primero llegó ‘Open’ (2014, escrita en 2009), las interesantes y convulsas memorias del tenista Andre Agassi; después apareció el intenso ‘El bar de las grandes esperanzas’ (2015, escrito en 2005), y ahora nos encontramos con ‘El campeón ha vuelto’ (escrito en 1997, traducido por Juanjo Estrella). Esta trayectoria inversa da idea del éxito del autor en castellano. El reconocimiento en España de ‘Open’ permitió a los lectores llegar a sus dos libros anteriores, sendos regalos mayúsculos. La próxima entrega, también en Duomo, será ‘Sutton’, dedicada al “ladrón más extraordinario de todos los tiempos”.

‘El campeón ha vuelto’ es un reportaje periodístico de 101 páginas. Es lo que todo periodista exigente querría ser capaz de escribir y no lo hace porque no tiene el espacio para hacerlo en su diario, ni el tiempo, ni sobretodo el talento de Moehringer. El reportero persigue a Bob Sattersfield, un peso pesado del que se había perdido la pista y que, al parecer, vive en la calle. Los datos que el periodista va obteniendo con calma y precisión quirúrgica tejen una malla. El sentido común acaba imponiéndose y ayudará a comprender el comportamiento de un personaje contradictorio.

Moehringer recurre a su propia biografía para hurgar en la psicología del ‘Campeón’, como se hace llamar el interrogado. El autor sufre la desaparición repentina en la primera infancia del padre, hecho que condiciona su forma de actuar durante toda su vida, también como periodista. En la búsqueda de explicaciones encuentra una conexión con el boxeador vagabundo. El boxeo se convierte en una metáfora de la vida, una extensión de la lucha por sobrevivir que todos padecemos y gozamos, a partes iguales. “Sin dinero, sin un padre, el boxeo ha sido para él el único camino recto hacia la hombría”, apunta en un pasaje del libro.

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J. R. Moehringer © Fotografía de Carles Domènec

“Si eres redactor de un periódico, pasas mucho tiempo subiendo escaleras sucias para hablar con personas sucias sobre cosas sucias. Entonces, muy de tarde en tarde, te encuentras con un antídoto para toda esa suciedad… Él (Campeón) ofrecía un regreso a la felicidad perfecta del periodismo diario, por no decir que era el boleto premiado de la Lotería Literaria”, así justifica el escritor la inmersión en la historia del personaje, con un estilo directo, conciso, literario y, lo más destacable, interpretativo, como debería hacer siempre el buen periodismo. Observar sin prisas, acercarse al protagonista, analizar los hechos, interpretarlos y explicarlos con eficacia: ¿debe el periodismo hacer algo más?

La última vez que Moehringer visitó Barcelona, para promocionar el estupendo ‘El bar de las grandes esperanzas’, pude retratarle y me encontré con una persona exageradamente normal. Podía ser un periodista, un oficinista de La Caixa, un vendedor de Cadillacs de segunda mano, un entrenador de golf o un profesor universitario. Era simpático pero estricto al dosificar sus palabras, comedido y educado, reservado y cercano. El recuerdo de su forma de expresión aún da más valor a la capacidad que demuestra para meterse de forma meticulosa en la vida de un boxeador con claroscuros extremos. La investigación desvelará sorpresas que el periodista nos ayudará a interpretar y comprender, con una especial observación y cuidado por la condición humana, tan dura y frágil a la vez, como un peso pesado con la barbilla de cristal. J. R. Moehringer ha sido galardonado con el premio Pulitzer.

Carles Domènec