‘Transbordo en Moscú’ (Seix Barral) es la tercera entrega del personaje Rufo Batalla, en la que Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) nos traslada al año 2000, la época del crecimiento y pelotazo económico, y la de la masificación definitiva del turismo mundial.
“Con este libro, termina la trilogía de Rufo Batalla, se acaba la aventura porque hacerlo en el último día del siglo XX cumplía mis objetivos”, explica el autor, que detalló que “la ficción sirve para dejar constancia de cómo se han vivido los momentos históricos por parte de los que han sido testigos, y me parecía importante dejar constancia de los años 70 y 80, un momento de grandes cambios y rápidos”. Mendoza aseguró que “en España, se produjo una transformación rápida y positiva, salíamos de una época incierta. Después hubo una segunda transformación, protagonizada por la corrupción, la atomización del país y la desorganización. Ahora estamos viviendo la resaca de esta segunda época, que hace que veamos la primera época por el espejo del retrovisor”.
Del argumento, afirmó que “esta tercera novela es bastante autobiográfica, con un personaje que se parece mucho a mí, resultado de la evolución del personaje hacia la madurez”. Mendoza recordó que “dos generaciones anteriores a la mía, crecieron a la sombra del fascismo, visto como promesa de salvación, y aquello acabó fatal, ahora fascista es el peor de los insultos”. Prosigue el narrador: “mi generación creció a la sombra del comunismo, que era la promesa de la solución a las desigualdades, todo eso se derrumbó, y comunista se ha convertido también en un insulto, contrapuesto a libertad”. El novelista contó que “el siglo XX vio desaparecer las grandes ideas sobre la sociedad, en cambio ahora ya no sabemos cómo funciona, nadie cree que una ideología pueda solucionar los problemas, de hecho, pensamos que no puede arreglar ningún problema. Surgen grandes movimientos de carácter religioso que mueven las fuerzas sociales. En el XX, las ideologías movían masas, pero fue un siglo de pérdida religiosa”.
El literato apuntó que “la Expo de Sevilla fue uno de los últimos coletazos de la voluntad de resumir el mundo entero y un intento de transformación de la ciudad. Paralelamente, en Barcelona, coinciden una serie de factores y la ciudad se transformó de manera extraordinaria, pasó de ser una ciudad normal a un referente mundial, una meca del turismo, es un fenómeno inesperado”, y asumió que “he disfrutado rememorando esos momentos, como si los contara a mis nietos”.
Los espías, en paro
Sobre los referentes de ‘Transbordo en Moscú’, Mendoza asintió que “la evolución personal conlleva una evolución literaria de mis gustos y aficiones. En mi entrega anterior, había un homenaje a las novelas de aventuras. En esta, hay un homenaje a la literatura de espías”. El autor confirmó que “soy un gran lector de novelas de espías, y lo soy angustiado porque es una literatura muy escasa. La época de los espías es corta y termina. En cambio, la novela de crímenes no se acabará nunca, porque siempre habrá alguien que maté a otro. Los espías se acabaron quedando en el paro. Por eso, hay pocos grandes escritores de novelas de espionaje”.
Carles Domènec
NOTA DEL EDITOR
Las aventuras de Rufo Batalla parecen encaminarse al remansamiento cuando contrae matrimonio con una rica heredera, pero no consigue olvidar al príncipe Tukuulo y a su exquisita esposa. La agitada transición política española ha dado paso a una prosperidad económica que parece destinada a no tener fin. Mientras, la caída del muro de Berlín culmina un proceso de transformación que presagia el descalabro de la URSS, y de repente lo que parecía una locura, la conquista del reino de Livonia, se vuelve posible.
Siempre por razones ajenas a su voluntad, Rufo Batalla viaja a Londres, Nueva York, Viena y Moscú, y se enfrenta a situaciones insólitas, obligado a desempeñar papeles que nunca habría elegido. Pero cuando descubre que el servicio de inteligencia soviético anda tras el príncipe, Rufo se dará́ cuenta de que la vida familiar y la de agente secreto no son fáciles de compaginar.
Asiste el lector a los fenómenos sociales de la etapa final del siglo XX a través de la mirada de un Rufo Batalla dividido entre una plácida existencia y su compromiso con el pretendiente a un trono de opereta. El nuevo siglo presagia cambios irreversibles, pero siempre quedarán algunas certezas: la fe en la razón, el arte y la prosa chispeante y aguda del gran narrador Eduardo Mendoza.