“Los asesinos no son monstruos, ojalá lo fueran, son gente normal”

Gervasio Sánchez © Fotografía de Carles Domènec
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Gervasio Sánchez © Fotografía de Carles Domènec

“Todo el mundo recuerda lo que estaba haciendo en el momento del puto gol de Iniesta en la final del Mundial de fútbol, pero ese mismo día por la mañana eran inhumados 775 musulmanes y un cristiano (en el Memorial Centre of Potocari – Srebrenica) y nadie lo sabe”, recuerda el fotógrafo Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), con la indignación de la evidencia.

El último proyecto a largo plazo del periodista se centra en los desaparecidos en las guerras. Publicó ‘Desaparecidos’ (Lumen) en 2011 pero seguirá muchos más años en su empeño documental por todo el mundo, que incluirá un apartado dedicado a la guerra civil española. La idea surgió hace tiempo, en 1983. Gervasio era un estudiante de cuarto de Periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona. Tenía tiempo libre y se prestó a elaborar, para la organización Amnistía Internacional, un trabajo sobre los desaparecidos en América Latina. Así nace el embrión que se ha ido gestando en un trabajo de dimensiones monumentales, al estilo anglosajón, que es uno de los grandes méritos de Sánchez: la capacidad de continuar un proyecto durante años, en algunos casos decenios.

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Gervasio Sánchez © Fotografía de Carles Domènec

La contundencia de los proyectos Gervasio Sánchez se transforma en una cierta incontinencia verbal cuando el fotógrafo explica su trabajo, sin evitar algún insulto o improperio, generalmente destinados a los más poderosos. El tono, a veces díscolo y casi siempre discutidor, es capaz de emocionar al sumergirse en las historias de la guerra con las que ha convivido. La madre de un niño asesinado, fotografiado jugando por Gervasio, le explica con agradecimiento que “no recuerdo cómo era mi hijo en la guerra porque no tengo ninguna fotografía de él de esa época”. El reportero cuenta la anécdota de otro reencuentro terrible, el de un francotirador con el periodista a quien había visto muchas veces al apuntar por la mirilla telescópica de su fusil.

“Lo más importante de un proyecto es encontrar el hilo narrativo”, comenta Sánchez, autor de un laborioso trabajo que tituló ‘Vidas minadas’. Fotografió a Adis Smajic, herido a los trece años ya acabada la guerra, por una mina antipersona y le siguió durante años. El autor se cuestiona “cuándo acaba una guerra, seguramente cuando sus consecuencias se superan”, y de este modo sitúa el peso de la tragedia en las vidas de la población civil. Nos habla de las minas mariposa, de colores que sirven para atraer la atención de los niños, sus objetivos potenciales.

Sánchez no es condescendiente con una manera de interpretar el oficio de periodista. “He dejado de colaborar con algunos medios españoles porque faltaban los interlocutores adecuados que respetaran mis historias”, afirma, y advierte que “en el caso del virus del Ébola, el ridículo de la prensa ha sido inmenso, todos los medios de comunicación españoles hicieron el ridículo para conseguir picos de audiencia, fue vomitivo, y yo también formo parte del circo”.Es significativo el cambio de estilo del fotógrafo, a imágenes en blanco y negro que vislumbran el drama desde lo cotidiano, a partir de una conversación con Gilles Peress, de Magnum, en 1990. “En Perú, le quise mostrar mis fotografías, un book que siempre llevaba con una selección de mis mejores instantáneas, y me dijo que no valían porque no tenían personalidad, que debía buscar mi forma personal de contar las historias, que mis trabajos se reconozcan”.

La guerra es su tema central. “En 30 años de cubrir conflictos, nunca me han herido”, asiente Sánchez, quien asume que “en la guerra no hay monstruos, ojalá lo fueran, hay personas como nosotros, todos podemos convertirnos en criminales, los 12.000 guardianes nazis que vivían en Auschwitz vivían con sus familias, les daban un beso a sus hijos al despedirse por las mañanas”.

Carles Domènec.

(Enlace al programa Imprescindibles de TVE sobre Gervasio Sánchez).