JUAN RAMÓN BIEDMA :SIEMPRE TERMINADOS DENUNCIANDO LOS MISMOS MALES ESTEMOS EN EL PERIODO HISTÓRICO QUE ESTEMOS

Laurentino Vélez, nuestro colaborador más noir, se adentra en esta ocasión en el singular mundo de Juan Ramón Biedma, uno de nuestros mejores escritores Y lo hace en esta larga entrevista con motivo de la aparición de “La lluvia en la mazmorra” (Versátil, 2016). Os dejamos la entrevista-charla entre los dos.

LAURENTINO VÉLEZ. Juan Ramón Biedma no necesita prácticamente presentación. Premio Hammett, Novelpol y Valencia de Novela Negra y con una surtida producción literaria, Biedma es sin duda uno de los grandes referentes dentro del género negro español. En este mes de febrero acaba de salir su última novela, “La lluvia en la mazmorra” ( Versátil,2016), una trama repleta de intriga y humor, que nos traslada  a la España de los años 30 y nos pone frente a una de las figuras más emblemáticas, pero también más olvidadas, de las artes escénicas españolas : Enrique Jardiel Poncela. A lo largo de la entrevista hablamos de esta apasionante novela.

Muchos te han calificado como un autor  profundamente “Sherlockiano”. ¿ Qué hay de cierto en ello?

-No mucho, me temo, si tomamos como referencia la honda erudición que demuestran por ejemplo los amigos del “Circulo Holmes” o de la tertulia holmesiana de Madrid. Es cierto que conozco y más o menos reconozco el Canon y que acaparo cuanto pastiche cae en mis manos -a veces con más espíritu de coleccionista que de lector riguroso-, pero ni me dedico al estudio en profundidad de la producción de Conan Doyle ni creo que su influencia sea apreciable en mi obra. Dicho esto, lo que sí deberé reconocer siempre será que hubo una época en mi vida, la que abarcó la escritura de Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado, en la que fui el más sherlockiano de los autores.

-¿En qué consiste  el magnetismo del siglo de Holmes ?

-Siempre digo que lo de verdad me interesa del XIX es lo que los grandes autores no pudieron contarnos en novelas fundamentales de esa época, todo lo que no sabemos de Madame Bovary, Ana Ozores o Heathcliff, que no es sólo una parte de sus vidas, sino las áreas más oscuras de la historia que se nos ha hurtado y que algunos intentamos recuperar.

-Tu última obra, La lluvia en la Mazmorra ” en cambio, se traslada ya a los últimos coletazos de la dictadura de Primo de Rivera, a principios de los 30. Deduzco que te gusta viajar en el tiempo, no estancarte en cuanto a la cronología y  contextualidad de tus tramas…

-Es cierto que después de la sobredosis de realidad que supuso una novela sobre la locura como El humo en la botella, necesitaba buscar no sólo escenarios distintos sino nuevas formas de expresión para mis personajes, de ahí que me embarcara en un par de novelas históricas y una fantástica. Eso sí, al final somos lo que somos y terminamos denunciando los mismos males estemos en el periodo histórico que estemos.

– ¿Respecto a la ilustración ficcional de las grandes épocas de la edad contemporánea,  qué es lo que el “Noir” aporta de singular  en comparación  a la novela histórica en el sentido estricto?

-La trama delictiva no sólo es el bisturí que nos ayuda penetrar en los diversos estamentos de la sociedad, es la columna vertebral que articula la novela y nos permite mantenerla firme y erguida durante todo su desarrollo. Otros géneros también ayudan a ello, pero ninguno es tan efectivo.

Parece que la hibridad entre el género negro y el género histórico es un surco narrativo que se está poniendo de moda…

-Creo que la fusión nos traerá el futuro inmediato de los géneros, pero entre todas las combinaciones, la de histórica y policial es probablemente la más afortunada y con más posibilidades. Personalmente, me siento próximo y deudor de esta variante que me reportó un premio Hammett hace ya bastantes años con El imán y la brújula, pero son muchos los compañeros que la manejan con gran fortuna desde hace tiempo; quizás sería conveniente realizar un estudio al respecto.

-En los círculos del “ Noir” se habla mucho de los paralelismos entre los años post-crack del 29 y la situación presente. ¿Los hay también entre la crisis de la monarquía Alfonsina que ilustra tu novela y la actualidad española?

-Clarísimamente: en ambos momentos se ha pasado por momentos de bonanza internacional que han dejado a España sumida en la miseria, momentos de despegue económico que ni entonces ni ahora se aprovecharon para crear un tejido industrial y de infraestructuras modernas que arrancara al país de su situación.

La bajeza  de las clases dominantes y de los ambientes de poder ocupan un lugar central tanto en tu anterior novela como en “La lluvia en la mazmorra”. Supongo que  la presente  coyuntura  debió de influir en tu estado de ánimo al ponerte a escribir sobre ello…

-La coyuntura es muy estimulante, pero poner de manifiesto el arribismo, la saña y la zafiedad de la mayoría de los que detentan alguna variante del poder -ya sea en el consejo de administración de una gran empresa, en un negociete de medio pelo o en cualquier otro núcleo social- siempre merece la pena.

Refirámonos ya a la ambientación de tu nueva novela. ¿ Por qué el mundo del teatro?

-El mundo del teatro en los años treinta no tenía nada que ver la situación casi marginal que sufre actualmente, sería más comparable a la relevancia que el cine o la televisión ocupan en nuestros días, de ahí que se formara todo un microuniverso a su alrededor que incluía desde los prohombres hasta la corona, que la convierten en el contexto perfecto para una intriga con ingredientes políticas como ésta.

 -Veo que la estética tipográfica de tu novela también recuerda mucho la obra teatral…

-Sí, la idea era, desde el principio, invitar al lector a sumergirse en el mundo del teatro en todos sus aspectos, tanto desde la descripción de los personajes del sector -muy especialmente el personal subalterno, que es el más interesante-, a su resonancia social, sus contactos con el poder, las obras de éxito de la época y todo ello, por qué no, bajo la ilusión de estar leyendo un libreto teatral. Creo que esta experimentación formal de acotaciones y líneas de diálogo, agilizan la aproximación a la novela y así me lo están confirmando los primeros lectores.

.¿El universo del espectáculo o de los prostíbulos era por aquel entonces donde las clases dominantes ocultaban sus secretos y miserias?

-Ah, lo bueno de pertenecer a las clases dominantes es que podías comprar toda clase de refugios para dar salida a tus bajas y altas pasiones con bastantes garantías de permanecer a salvo de la mirada de los demás. El problema, como siempre, estaba en las clases menos acomodadas, que debían dar salida también a lo peor de sí mismos y pagar inmediatamente las consecuencias de haberlo hecho.

-¿Qué te llevó a elegir a Jardiel Poncela como personaje central?

-Conocí la obra de Jardiel siendo muy niño, y creo que su descreimiento y su independencia marcaron mi obra y mi vida para siempre, así que cuando profundicé en su curiosísima biografía y decidí escribir una historia situada en los años treinta, vino en mi ayuda de manera natural para ayudarme a sacarla adelante.

-Llevar a la ficción un personaje real debe suponer mucho trabajo de investigación, sobre todo para no caer en la inverosimilitud y  traicionar su espíritu y personalidad…-

Efectivamente y más teniendo en cuenta que los comediógrafos quizás no están respaldados por el mismo aparato ensayístico que los “autores serios”. Pero existen algunos estudios excepcionales en torno a su vida y obra, sobre todo los escritos por su nieto Enrique Gallud Jardiel (soberbio escritor, por cierto) y su hija Evangelina. Además, Jardiel Poncela tenía la magnífica costumbre de incluir un prólogo autobiográfico en casi toda su producción narrativa y teatral, que me ha sido indescriptiblemente útil para injertar en el personaje de la novela los diálogos del mismo autor.

¿No era un poco arriesgado darle un perfil detectivesco?

-Jardiel era un tipo extraordinariamente generoso, noble y divertido, que nunca se tomó en serio la norma social; estoy convencido que el hombre que se dio una comida multitudinaria en un restaurante a sí mismo invitando sólo a un amigo o que al recibir un homenaje del gremio de los camareros se vistió al final como uno de ellos para ser él quien les sirviera el café, se hubiera adentrado en una investigación detectivesca si las circunstancias lo hubieran conducido a ello.

Por lo que veo, el mundo de los cafés y  de la tertulia política y literaria también está muy presente en tu novela…

-Jardiel necesitaba los cafés para trabajar, lo que en su caso equivale a decir que los necesitaba para vivir. Cuando estuvo en EEUU tuvieron que reproducir la ambientación de un café español en unos estudios para que pudiera escribir. Era tan apasionado del mundo del café que soñaba con instalar en su casa un decorado con varias mesas de café, incluyendo figurantes que discutieran a su alrededor, para poder crear en su atmósfera preferida.

¿Hoy no se echa  a faltar  esa elegancia y solemnidad que caracterizó a los intelectuales españoles y que tan bien plasmas en la propia figura de Jardiel Poncela?

-Efectivamente, esa elegancia, que en muchos casos era una expresión del profundo ingenio que en muchos casos llevaba a los intelectuales a reírse de mismos -lo que no debemos confundir con no tomarse en serio- todavía lo pude apreciar siendo muy joven en escritores como Cela o Paco Umbral, pero ese ingenio parece escasear en una generación que demuestra una uniformidad de pensamiento que a veces no es más que la carencia de voz propia.

Uno de los personajes centrales en tu novela es también el entrañable “sereno”. ¿ Era tu forma de rendirle homenaje a la memoria urbana de un Madrid revoluto?

-La lluvia en la Mazmorra es una novela de protagonismo coral, y Hernán Ruiz, el sereno, representa al proletariado entre todos ellos: es consciente de que pertenece a una clase menos privilegiada que los demás, fundamentalmente en el aspecto educativo, y esto, junto a su ambiguo pasado, crea una tensión continúa que los demás apenas perciben pero que a él le atormenta.

-También juegas con la picaresca, el humor e incluso a veces con lo grotesco. ¿ Es un buen artilugio para no cansar al lector con un exceso de personajes oscuros, tenebrosos y violentos?

-Mi sentido del humor, según dicen, es tan negro como el resto de los elementos y recursos que aparecen en mis historias, pero en este caso juego con la enorme ventaja de avanzar hombro con hombro junto al más grande humorista que haya dado nunca nuestras letras; juntos intentamos contrarrestar el absurdo de la miseria y la injusticia con el humor del absurdo.

Al lado de la parte más histórica de tu novela, está también la más “Noir” del Madrid de entonces. Por ejemplo la timba y el gusto por lo necrófilo. ¿ Esos eran los subsuelos de una sociedad católica, puritana y profundamente hipócrita?

-Lo peor es que casi noventa años después, la sotana, el puritanismo y la hipocresía siguen manteniendo su imperio, que cierto sector de las nuevas generaciones se siente muy complacido dejándose manipular por estas tendencias y lo que esto tiene de lastre de viejo mundo que impide un verdadero cambio en este país.

La España de los años 30 fue un país repleto de odios políticos, sociales, ideológicos y personales, caracterizado por una maldad y bajeza humana que desembocó en lo que desembocó. ¿ Sin embargo y a pesar de la mucha chicha que  podría dar este periodo histórico para el imaginario  de la novela “ Noir”, cómo se explica que se le haya  dedicado tan pocas obras  dentro del género?

-Estoy completamente de acuerdo contigo en lo fascinante del periodo, hasta el punto de que esta es la segunda novela que le dedico; no tengo muy clara la razón de que no se haya profundizado más en la España posterior a la guerra de Marruecos, pero es cierto que no existe una gran tradición narrativa en este sentido. En mis talleres sobre novela negra siempre recomiendo el conocimiento de la literatura de acción de Pío Baroja o el naturalismo de Blasco Ibáñez para adquirir herramientas con las que tratar el policíaco y me encuentro con el desconocimiento de los autores de esa época, quizás ahí esté una de las claves.

¿Darás otro salto en el tiempo para tu próxima novela?

-Desde luego, pero a la inversa. Necesito regresar a la trinchera de nuestros días para escribir sobre lo que está pasando en nuestro país. Una novela a pie de calle y de historia, con la que intentar desentrañar algo de lo que está pasando alrededor, tal vez incluso dentro del mundo editorial.