REIVINDICACIÓN DE LA BUENA LITERATURA

La presentación en Barcelona de “La lluvia en la mazmorra” de Juan Ramon Biedma, acaba convirtiéndose en una divertida reivindicación de la buena literatura con el oficio de Carlos Zanón y ante numerosos sospechosos habituales

A las presentaciones de libros se va por ir. Por militancia, porque aprecias al autor, porque sabes que aprenderás algo nuevo, porque apetece salir de casa. Cuando la oferta es tan vasta que invita al hastío o a la proliferación de clones de uno mismo para poder llegar a todas, el horizonte de expectativas tiende a bajar y uno va a las presentaciones más para ver a los colegas que por lo que se dirá en ellas. Así que cuando hay sorpresa y la presentación se convierte en algo divertido, ameno e instructivo es digno de agradecer. Y eso está al alcance de unos pocos. Pero claro, cuando juntas a Juan Ramon Biedma de un lado y a Carlos Zanón del otro, puede suceder.

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Y sucedió. Fue el viernes, en la Central del Raval. Digo yo que pocos de los asistentes teníamos cerca en nuestra memoria ni a Enrique Jardiel Poncela ni a los años treinta, pero el viaje hasta ambos y por extensión hasta la bohemia madrileña fue fácil con tan buenos anfitriones. Gusta Biedma de provocar al lector en cada nueva novela -“una amiga mía que trabaja en Frankfurt me dijo que esto es lo peor que puede hacer un escritor porque nunca saben donde ponerlo, pero ya véis, tengo un punto suicida”- y si en la casi impronunciable Tus maravillosos ojos vengativos cuando todo ha pasado se puso a jugar con la Inglaterra victoriana y Sherlock Holmes, ahora nos sumerge en otro producto totalmente nuevo también con referentes pero más de andar por casa. Total, que supongo que más de uno este fin de semana habrá ido a desempolvar los volúmenes de Jardiel Poncela.

Pero el caso es que estábamos en la Central para hablar de novela ¿negra? y de Biedma. Y empezó fuerte definiendo a Biedma como novelista que domina los trucos y las tramas y que conoce el código. “Es de los que sabe que hay que dar de comer al monstruo que te come las entrañas por la noche” y definió su obra como un laberinto que le sirve para ordenar el caos que es el mismo. “Me gusta porque eres un hombre sin miedo a la hora de escribir, que intentas ser original y ser tú e intentar escribir el libro que nadie ha escrito antes”. Luego siguió una disquisición dialogada sobre la novela -la primera pregunta sobre la ausencia de verbos en los títulos de Biedma fue de antología- y mediada la tarde llegó la gran disquisición: “No te parece que hoy en día todo és un thriller?”, dijo Zanón. Y Biedma contestó: “no lo sé pero me jode. A todo lo que no es marcadamente una novela romántica lo llaman novela negra”. Y con ese diálogo siguió el juego literario en el que nos quedó clara una cosa: “A mi los personajes en ningún momento se me desbordan ni descontrolan ni nada de todo eso. En mis novelas yo soy Dios”. Y a fe que este Dios no escribe en renglones torcidos.

SEBASTIÀ BENNASAR