MANKELL CON CINCO COPAS DE VINO

“Al final era una persona tierna, muy agradecida con sus lectores, que se emocionaba con las postales que le hicimos llegar desde Barcelona. Había cambiado muchísimo”. Parece imposible pero la frase sirve para definir a Henning Mankell (1948-2015) y la pronunció Ana Estevan, su editora en Tusquets. El marco, una cena-maridaje en el restaurante Simón de Palau en el marco del festival El vi fa sang, en l’Espluga de Francolí. Está claro que a Mankell se le ve diferente después de cinco copas de vino (una diferente para cada uno de los platos servidos) pero Estevan hablaba desde la sinceridad absoluta: “el hecho de que el autor no quiera intervenir en el proceso editorial demuestra que tenía una confianza ciega en nosotros. Sé que le gustaban mucho las portadas, pero jamás nos dijo nada al respecto. nos dejaba trabajar con la máxima disposición pero a la vez con la máxima exigencia, y eso era un auténtico lujo para nosotras”.

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Mankell es mucho más que Kurt Wallander, su personaje fetiche, pero no sería nada sin él. Su traductora al catalán, Carolina Moreno, que además és una muy buena conocedora de la literatura nórdica explica que “yo jamás le envié ni un solo correo porque ya me habían advertido de como era, pero es que hay que ir mucho más allá: sin Mankell no tendríamos el actual boom de novela nórdica y no se habría hecho la revolución de los últimos años. Es un auténtico pionero, traza la continuidad entre Maj Sjowall y Peer Walöo y la novela actual”, assegura.

El autor sueco, que inició su trayectoria literaria en 1973, sólo se inclinó por la novela negra en 1991. Una de sus intenciones fue radiografiar la sociedad sueca desde la región de Scania. La otra fue trazar la radiografía general de los cambios que supuso la disolución de la Unión Soviética en una tierra de frontera como Suecia, cuando las repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, se convirtieron en proveedoras de todo tipo de sustancias ilegales: prostitutas, drogas, bebidas, joyas… para una sociedad, la sueca, mucho más corrompida que los ideales de la socialdemocracia que llegaban por nuestros lares.

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Sebastià Bennasar, Carolina Moreno, Ana Estevan. Foto: El vi fa sang

“De todas maneras, hay que pensar que para Mankell la literatura no era lo más importante en su vida. Era un hombre preocupadísimo por todas las injusticias y muy especialmente por el Sida en África, esa era su principal ocupación durante mucho tiempo, la literatura era secundaria. Y ante eso es lícito imaginarse hasta dónde habría llegado si la literatura hubiese sido su principal preocupación”, asegura su editora.

Sea como sea, el panorama actual de la novela negra, al menos en Europa, es incomprensible sin la aportación de Mankell y de su Kurt Wallander, y eso es indudable con cero o con cinco copas de vino. A pesar de que el autor no sepa hacer finales, su obra es clave para entender que el mito de la socialdemocracia sueca era sólo eso: un mito.

SEBASTIÀ BENNASAR