
El congreso de novela y cine negro de Salamanca celebrado entre el passado martes y el viernes debatió intensamente sobre la novela negra española a lo largo de sus jornadas con hasta 8 paneles dedicados a la temática y un total de 24 ponencias presentadas. Agrupamos aquí unas cuantas de las ponencias más interesantes -entre las que pudimos ver- para intentar trazar una panorámica de los intereses académicos que pueden suscitar nuestros autores. Ponencias hubo de todo tipo pero vale la pena destacar el estudio de Laurentino Vélez (colaborador de esta revista) sobre la narrativa de Víctor del Árbol; el de Alicia Romero López de la Complutense de Madrid sobre Petra Delicado y el femicrime; las visiones sobre la periferia de la escritora Susana Martín en las obras de Alexis Ravelo, Eugenio Fuentes y Dolores Redondo; el análisis de Raquel Reyes (Universidad de Salamanca) sobre la obra de Belén Gopegui, el de la egipcia Eman Ahmed Khalifa sobre la obra de Javier Cercas; el de Emilio José Ocampos (Universidad de Sevilla) sobre la obra de Bolaño y el de Francisco Javier Feijoo (Universidad de Cambridge)sobre Ramiro Pinilla. Mientras esperamos la publicación de los libros de actas, algunas conclusiones generales antes de pasar al análisis de cada una de ellas:
1-La novela negra española interesa mucho a los investigadores.
2-Los autores contemporáneos son los que más llaman la atención (hubo ponencias sobre muchos otros autores a las que no pude asistir) y en cambio los clásicos llaman menos la atención.
3-El enfoque es multidisciplinar.
4-La consolidación de la investigación sobre el género puede ser un indicativo de una cierta consolidación también de las propuestas de los autores.
5-Los investigadores buscan tambien trazos “noir” en obras que no lo son para entender las propuestas de la llamada nueva narrativa española.
Laurentino Vélez departió sobre “El espejo roto: la cuestión del pasado y la condición humana en la producción literaria de Víctor del Árbol”. Vélez repasó las tres primeras obras de del Árbol y señaló que la unión entre el género negro y el histórico propuesto por Víctor del Árbol se enmarca en el mestizaje narrativo en el que destacaba el compromiso literario y la voluntad de erradicar la amnesia colectiva en una historia que no está acabada. “La conducta humana tiene consecuencias en el presente porque el objetivo es indagar en el alma humana” aseguró Vélez, que presentó un panorama estructural en la obra de Víctor del Árbol en el que la memoria colectiva se contrapone con las memorias individuales para mostra rla dimensión maligna del poder. Vélez también advirtió que uno de los objetivos de la narrativa de Del Árbol es el de la reescritura del héroe y aseguró que la obra del autor de Un millón de gotas entroncaba con Manchette en el hecho que los condicionantes de la historia y sus circunstancias marcan a los personajes de una obra que se adentra en las tinieblals del alma”.
Alicia Romero, investigadora de la complutense de Madrid aportó una ponencia sobre la visión de Petra Delicado, la investigadora de Alicia Giménez Bartlett desde la perspectiva del femicrime. “Hay que pensar que en España las mujeres no entran en el cuerpo nacional de policía hasta 1979 y esto es un condicionante. Tuvimos que tener un boom de escritoras en los países nórdicos para tener muchas escritoras de género en España y todavía tenemos poca bibliografía para estudiarlas”. Romero se refirió a los diez puntos clásicos de la teoria del femicrime: -Que estén escritas por mujeres; -que su personaje principal sea femenino; -que haya una connotación de género; -que la detective sea profesional; -que realice acciones feministas; -que sea sexualmente activas; -que no todas las protagonistas sean heterosexuales; -que el género se trate como conflicto social; -que haya crímenes abiertos; -que sean mujeres modernas y que el entorno y el personaje sea visto desde un punto de vista femenino y feministas para aplicarlas a su estudio y partió diciendo que para ella los hombres podrían también escribir femicrime. Para la investigadora, Petra Delicado en los primeros títulos de la serie sí que cumple buena parte de los requisitos y reconoció la influencia que sobre Alicia Giménez Bartlett había tenido Maria Antònia Oliver.
La escritora Susana Martín trató el tema de “La novela negra en la España periférica” para explicar que uno de los fenómenos interesantes de los últimos años había sido la multiplicación de espacios de la acción. Empezó hablando de Eugenio Fuentes y su Breda, ciudad inventada en Extremadura en la que abunda la crítica social y en la que hay “un menoscabo de oportunidades y recursos frente a la gran ciudad y donde se viven desigualdades diferentes”. Continuó señalando la dureza de Alexis Ravelo para con Las Palmas en las obras iniciales del escritor canario, las dedicadas a la serie de Eladio Monroy. “En la primera novela ya encontramos la frase que actúa como excusa, cualquier ciudad es buena para la novela negra” y Martín aseguró que esos escenarios atípicos sirven también para mostrar realidades diferentes a las de la Península, uno de los objetivos de Ravelo, así como de José Luis Correa. Por otra parte tambien habló de Dolores Redondo y su trilogía de Batzan, que actúa de forma muy diferente que los otros dos casos para ser “una lectura mucho más amable a pesar de las contradicciones interiores. Es amable pero no deja de ser crítica, aunque mucho menos que los otros casos”. Martín explico que “una de las principales suertes que tiene la actual novela negra española es la de la multiplicidad de escenarios y voces fuera de las clásicas Madrid y Barcelona”.
Raquel Reyes (Universidad de Salamanca) es un caso de aproximación a una escritora que no es marcadamente negra, Belén Gopegui, pero que en sus dos últimas obras, Acceso no autorizado y El comité de la noche sí que ha utilizado la novela negra como recurso, sobre todo porque la autora necesitaba hacer una literatura inmediata, social y de izquierdas y así buscar más lectores para una novelística “claramente política” en la que se trata de nuestro pasado mmás reciente. Reyes hizo una buena exposición teórica entroncando la visión de Gopegui sobre la violencia con la del filósofo Slavoj Zizek y aseguró que “Gopegui opta por la novela negra como fórmula máxima de novela política y social para esa literatura de emergencia que a la vez tiene que ser en su caso la de la memoria colectiva”.
Emilio José Campos (Universidad de Sevilla) también es otro de los ejemplos claros de como la investigación sobre la negritud llega a autores que sólo han aplicado las estructuras o han flirteado con el género. En este caso el autor escogido es Roberto Bolaño, posiblemente uno de los autores más estudiados en las últimas ediciones del congreso. Campos se adentró en la nouvelle Monsieur Pain de 1999 que Bolaño había publicado como La senda de los elefantes en 1999 y partió del análisis del tratamiento de la melancolía como motor fundamental de las obras mayúsculas del escritor chileno, que en este libro ya anticipaba la mayoría de sus temas en una estética claramente noir.
Eman Ahmed Khalifa, de la universidad de Minia, en Egipto, hizo una de las ponencias más brillantes del congreso estudiando “Los quinquis de Las leyes de la frontera” de Javier Cercas. Su teoría es que en la obra reciente de Cercas -tanto en esta como en Anatomía de un instante- el escritor ha intentado escribir la cara B de la Transición española. La investigadora hizo un breve repaso sobre la estética quinqui partiendo del cine de José Antonio de la Loma y de Eloy de la Iglesia para centrarse en la figura de El Vaquilla como trasunto de El Zarc, el protagonista de la obra ce Cercas y en los principales temas de la obra: drogadicción, espiral de violencia, sexo y en el cruce contínuo de fronteras por parte de los protagonistas que hacen que vaya mucho más allá que una novela de quinquis”.
Francisco Javier Feijoo (Universidad de Cambridge) aprovechó su intervención para acercar a los congresistas la controvertida figura del sensacional escritor Ramino Pinilla y sus obras negras publicadas cuando ya era muy mayor y había conseguido un éxito incontestable con su obra magna, Verdes valles, colinas rojas. Según Feijoo, el autor escribió una docena de obras con seudónimo y ambientación inglesa, de las que sólo publicó una, aunque la estructura negra estaba también presente en muchas otras obras hasta que en 2009 inicia la trilogía negra protagonizada por Samuel Esparta en la que se producen numerosos juegos intertextuales con los clásicos negros en la que se desarrolla una parodia del género que convierte la obra de Pinilla en inclasificable.
Así pues, algunas de las ponencias presentadas en Salamanca permiten observar la buena salud del género negro en español y de sus investigadores y detectar algunas de las tendencias que se están llevando a cabo. El año que viene, en el volumen de actas, los textos de las ponencias matizarán y complementarán la bibliografía existente sobre la novela negra española.
SEBASTIÀ BENNASAR