VIDAS EN BÚSQUEDA DE ESPERANZA: SOBREMANGUISDE PACO GÓMEZ ESCRIBANO

Vuelve a Bearn Black nuestro colaborador Laurentino Vélez para ofrecernos en esta ocasión la reseña de “Manguis”, la última novela de Paco Gómez Escribano, que os adjuntamos a continuación.

 

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Paco Gómez Escribano es sin duda una de las voces narrativas más interesantes e innovadoras en el universo  del hardboyled español de nueva generación. Crecido en un  medio social modesto y popular, el autor es ingeniero técnico de formación, pero su pasión siempre se ha decantado por los libros y la escritura. Además de novelista,  también  es conocido por el mundillo del género  como articulista en revistas digitales del estilo de Culturama y en la que desarrolla a menudo su reflexión teórica y crítica sobre  cuestiones vinculadas al “Noir”.   Sin embargo,  al igual que otros autores de  nuevo cuño en el hardboyled, como es el caso del reciente galardonado en Valencia Negra, David Llorente, se niega a identificarse como un intelectual y permanece atado a su  identidad de “chico de barrio”. En efecto, Gómez Escribano no disocia su personalidad como escritor de su propia experiencia en un mundo  confinado al exilio  social. Un amalgama que fue muy común a otros autores hardboyled como, por ejemplo, Thierry Jonquet, que hizo de su prosa y obra un testimonio metaliterario sobre el olvido al que se había visto  condenado el universo de las periferias urbanas. En ese sentido y  bien que Gómez Escribano reivindica su obra como el resultado de la influencia directa del hardboyled norteamericano, su producción narrativa también enlaza efectivamente con el propio espíritu del neo-polar francés, el cual supo  ilustrar y denunciar ese ambiente desestructurado de las “Banlieux Rouges” tras la definitiva descomposición del movimiento obrero y en  el que la  violencia, la delincuencia  y la anomía se convirtieron en la única forma de relación social. Con tres obras en su haber, en su última novela, “Manguis”, (Erein, 2016), Paco Gómez Escribano afina y profundiza en esa “literatura de los márgenes” que ha constituido su vocación.

“El Torre” es un inmigrante que ha llegado al barrio de Canillejas de Madrid durante los años del franquismo desarrollista y tecnocrático con la perspectiva  de encontrar un buen trabajo y escapar del ambiente de pobreza, miseria y hambre que ha vivido en su entorno familiar y en el duro contexto rural de la posguerra española. Sin embargo, su itinerario va a cambiar de repente y el clásico universo obrero de la fábrica en el que se inserta el grueso del mundo inmigrante, desaparece de su horizonte. En un barrio en el que la pobreza  constituye  la identidad colectiva de sus gentes, “El Torre” se ha visto poco a poco inmerso en el engranaje de la delincuencia. Pasados los cuarenta, está envuelto en el mundo del proxenetismo, el tráfico de drogas y toda suerte de trapicheos y esto después de haberse convertido en el “Capo” del barrio y adquirir un perfil de “matón” al que nadie se atreve a plantar cara.

Sentimentalmente unido a una prostituta, Rosi,  también  está rodeado por una calaña de delincuentes comunes a su servicio : “El Rata” un quinqui de poca monta; “El Pitufo”, un  yonki  enganchado sin remedio y “El Cabezón”, un joven afectado de tumor cerebral. Muchachos de pocas luces cuyos periplos vitales se han visto balanceados entre los correccionales, los psiquiátricos, la experiencia penitenciaria  y el universo  de las drogas. Versión más o menos caricatural de una especie de Al Capone  de cáliz cutre, El Torre es  implacable con sus cachorros, así como con sus enemigos y rivales. Sin embargo, debajo de su talante árido y brusco, mora un espíritu humano a través del que reconoce  su desconcierto y frustración.  Esa no era la vida que hubiese querido.  De repente, un Inspector-Jefe de la policía,  Luis Fores, un veterano policial resentido ante un ascenso frustrado y dudoso sobre su  futuro personal y económico, le propone un negocio: dar el golpe del siglo que hará que les cambie la existencia a todos. El conjunto de la trama va a estar envuelta por la preparación y ejecución del mismo.

Obra ambientada en los primeros años setenta, el autor  pone en ficción  algo que habría sido imposible en España  cuarenta años atrás: la corrupción, las frágiles fronteras entre la legalidad y la ilegalidad, así como los pasillos oscuros del mundo policial  en un régimen dictatorial  en vía de agonía. La novela nos da así  un cierto receso frente a la creciente y agobiante gama de obras empeñadas en vendernos tramas  proclives a una ridícula exaltación del bondadoso e intachable funcionario de las fuerzas del orden y a una no confesa  apología literaria de la ideología policial. Parece que la multiplicación de policías y criminólogos profesionales conversos a escritores y el conformismo y falta de valentía narrativa del resto de los autores y autoras, están contribuyendo a echar tierra sobre el pasado de un mundo policial español que no está huérfano de culpas. Recordárnoslo es sin duda uno de los primeros y grandes méritos de la obra de Gómez Escribano.

El autor  plasma por otra parte con un exquisito detalle el contexto de marginalidad, anomía, desestructuración y falta de expectativas individuales y colectivas que engloba Canillejas, inyectando dosis de ironía, sarcasmo y humor frente a una realidad desesperante y de la que todos se sienten  rehenes. El ritmo y estilo narrativo se revelan dominados por una prosa abundante de argot y tacos que, no solo ilustran  el universo  simbólico y cultural del mundo de la desviación social, sino que también le otorga un gran magnetismo a los personajes. En efecto, lo que constituye la gran singularidad de “Manguis” es ese mundo del otro lado barrera, el que siempre es objeto de olvido por parte  de los que están situados en el buen lado de la misma. Al contrario de lo que algunos lectores puedan llegar a intuir o ciertos comentaristas se hayan aventurado a predecir ,  la obra de Gómez Escribano no es en absoluto una estricta reproducción estética del “vaquillismo” y de ese cosmos delictivo  del que se hizo eco la producción cinematográfica de finales de los 70 y principios de los 80. La obra combina diversos simbolismos, en el que se entremezclan  el universo del Madrid de los márgenes con algo de la ambientación sórdida por el que estuvo envuelto el carismático gansterismo del hardboyled más clásico.

Incurriríamos en error sí afirmásemos que la obra de Gómez Escribano alberga la idealización del mundo de la delincuencia, cómo se ha reprochado a menudo al hardboyled. Pero   la obra destila en cualquier caso la parte más entrañable de unos personajes cuya existencia parece superflua y bestializada,  que sin embargo revelan su condición de seres humanos en su propio afán de supervivencia y  voluntad de extraerse de un mundo que les quiere condenar de antemano. La vocación social del “Noir” está muy presente en la obra y alberga su dosis de crítica a la  fatalidad que domina a veces la vida de ciertos individuos.  El destino de los personajes es dispar, pero la  obra no deja tampoco de recordarnos cómo la maligna providencia, que siempre torna en perdedores a los mismos, puede mostrarse bajo su mejor cara y hacer que aquellos que se han quedado sin  esperanza, puedan empezar a pensar en otras posibilidades.

LAURENTINO VÉLEZ-PELLIGRINI

 

Manguis

Paco Gómez Escribano

Erein, 2016

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