MELERO Y MARTÍN, CONFESIONES SIN PIPA

La presentación de “Ful” de Rafa Melero en Barcelona, a cargo de Andreu Martín, se acaba convirtiendo en una tertúlia mágica recuperando el espiritu del Pipa Club

Era jueves de resaca en Barcelona. Parece que el mundo se vaya a acabar antes del primer dia de julio y que todos los libros del mundo hayan tenido que presentarse. Cinco presentaciones interesantes el miércoles. Otras tantas el jueves. Imposible estar en todas partes y junto con Cristina García Ferry nos preguntamos si hay suficiente público para tanto acto cultural o si simplemente nos estamos muriendo de éxito. Son las ocho menos cuarto de la tarde y a pesar de haber refrescado en Barcelona los sofás del Pipa Club -calle de Santa Eulàlia, en el barrio de Gràcia- invitan a la cerveza helada o a la coca-cola con mucho hielo. Nadie lo sabe, todos creemos que hemos venido a una presentación de un libro, pero realmente se ha convocado el antiguo espíritu de la tertúlia, que es en lo que se convertirá la puesta de largo barcelonesa de Ful (Alrevés, 2016), la tercera novela de Rafa Melero.

Vaya de entrada que la crónica es el único género en el que el periodista no tiene que ser objetivo. Podríamos discutir mucho sobre objetividad en los medios, pero ya se sabe que manda la publicidad. Perder el tiempo con oxímorones es perder el tiempo doblemente, así que confieso a bote pronto que Rafa Melero me cae bien. De hecho, me cae muy bien. Le moderé en una mesa redonda en BCNegra con su primer libro, tuve la suerte de poder invitarle a Tiana con el segundo. Coincidimos juntos en la misma mesa en Valencia Negra, compartimos lluvia y restaurante en Palma. Se puede decir que le he visto crecer como escritor y que siempre me ha fascinado sus ganas de aprender. Rafa Melero y Josep Camps -otro tipo singular, otra persona enorme- son los dos escritores que más han evolucionado de una novela a otra. Los que más han demostrado esa voluntad de progresar y perseverar en el camino. No han llegado al nivel de los nueve jinetes negros de Tolkien (Empar Fernández, Andreu Martín, Juan Madrid, Julián Ibáñez, Carlos Zanón, Alexis Ravelo, Claudio Cerdán, Jordi Ledesma, Víctor del Árbol) pero están en el camino irreversible hacia el lado oscuro (a pesar de los flirteos de muchos de ellos con otros géneros).

Así pues, cuando un tipo te cae bien y además le modera el maestro, poco hay de objetividad. Abrió fuego Andreu Martín explicando que “una presentación no esconde sorpresas. Se viene a decir que el libro es muy bueno y que hay que comprarlo”. A partir de aquí, con el trabajo hecho, Martín empezó el recital afirmando que “lo que más me gusta de Melero es su habilidad para los juegos de ingenio, que son una clave de la novela negra y que no recuerdo que haga nadie en la novelística actual”, para acto seguido afirmar que Ful es una novela mucho menos excepcional que las anteriores en lo que se refiere a la trama, “pero a la vez supone un salto adelante de gran riesgo y nivel en la obra de Melero con un final de traca que le entronca con los grandes escritores. El último cuarto de libro es espectacular, partiendo de la base que el libro es muy bueno”. Y hubo un vaticinio: el autor comparó el riesgo de la obra con la propia escritura de Prótesis, una de las obras más arriesgadas de Martín “y llegará un día en que estará harto de que todo el mundo le hable de Ful como me pasa a mi con Prótesis“. Más vaticinios. ¿Puede Rafa Melero convertirse en un nuevo Alexis Ravelo? Martín afirma que sí gracias al descubrimiento de este nuevo lenguaje esgrimido en Ful. Ójala, porque Ravelo es a mi entender y para mi gusto el mejor escritor de su generación en España (note el lector que no he dicho el mejor escritor de novela negra de su generación, sino el mejor escritor de su generación, así, a secas).

Lógicamente, con estos elogios a Rafa Melero se le venía cuesta arriba cualquier comentario, así que lo mejor fue refugiarse en las confesiones. “Para crecer como escritor tenía que cambiar de registro y hablar desde el punto de vista de un criminal y desde el chico de barrio que conozco porque yo soy un chico de barrio. He escrito desde el punto de vista del pequeño delincuente que no es una mala persona sinó que toma siempre las malas decisiones y habrá que ver cuál es la respuesta de la gente. Me lo he pasado muy bien escribiendo este libro , mejor que con las novelas de Massip, porque rompía radicalmente con todo lo anterior. Lo que he hecho ha sido cambiar el barrio y situar a los personajes en otro diferente para protegerme”.

Entre el respetable había lectores, mossos, amigos, críticos literarios, editores y escritorazos como Ernesto Mallo. Así que el debate fue subiendo de intensidad a medida que se cruzaban las palabras y las opiniones y hemos podido saber algunos aspectos técnicos de la obra “se alternan capítulos en primera persona con otros en tercera y la dificultad mayor era evitar que se perdiese el ritmo”, afirmaba Melero, que confesó que “si llegase a poder vivir igual de bien de la literatura que de mi trabajo como policía lo dejaría, pero no es el objetivo. Me gusta mucho escribir, me lo paso muy bien yendo a los festivales con mis compañeros, pero trabajar como policía me quita mucha presión, no tengo plazos de entrega que cumplir, simplemente escribo para hacerlo lo mejor posible y eso sí, hay algunas licencias que no puedo permitirme desde el punto de vista del procedimiento de la investigación, pero en cambio, con Ful he podido hacer lo que me daba la gana, es una transgresión, puede hacer lo que quiere porque para algo es el delincuente”.

Pero la tertulia reservaba aún alguna que otra sorpresa. Andreu Martín empezó a encontrarse en su salsa y nos explicó que “Chesterton siempre decía que el delincuente era un artista y el policía el crítico que le iba detrás”, que estaba escribiendo una novela sobre brujas ambientada en el Pallars con un gran problema de traducción entre catalán y castellano y los orígenes de Flanagan. Pero lo de los orígenes de la serie más exitosa de novela negra para jóvenes, nos los guardamos para los que estuvimos en la tertulia escuchando al maestro. Un secreto más del Pipa Club.

SEBASTIÀ BENNASAR