FUL, LA METAMORFOSIS DE RAFA MELERO

De entre los escritores que conozco hay tres que siempre me han fascinado por la voracidad con la que quieren aprender: Jordi Ledesma (apunten, algún día podrán contarle a sus nietos que ustedes fueron de los primeros que le leyeron); Josep Camps y Rafa Melero. La voluntad de aprender es una de las características que más admiro del ser humano y de los escritores en particular. Los saltos evolutivos que cada uno de los tres autores hacen en sus textos es espectacular y supone una gran satisfacción para el lector. Y luego está la capacidad que tienen para correr riesgos.

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En el caso de Melero el riesgo es mucho más que evidente. Cuando todos sus lectores estábamos esperando la tercera de las aventuras de su sargento Massip, Melero rompe la saga para ofrecernos una auténtica maravilla como es Ful, una novela de perdedores contada desde el punto de vista del criminal y deslocalizada de la grandes ciudades: el escenario es LLeida.

Ful, ya lo descubrirán los lectores, no tiene nada que ver el póquer, pero Melero se ha sacado un as de la manga en su juego a doble o nada: el problema de los personajes seriales es ese, los lectores a veces no perdonan determinados juegos a sus autores preferidos y o el resultado es muy bueno o la catástrofe es inminente y se pueden perder los lectores que se habían conseguido. En el caso de Melero los que le descubran  en Ful sabrán que tiene otros registros, los que le hemos leído las aventuras de Massip hemos descubierto que Melero va mucho más allá de ser un buen constructor de historias con policia: es capaz de escribir lo que quiere y de hacerlo muy bien. Además creo que el riesgo ha llegado en el momento justo, cuando Melero necesitaba demostrar a los que aún no estaban convencidos que es un autor de un enorme potencial. Se la ha jugado y le ha salido.

La historia es simple: banda de trapicheadores de poca monta salidos de un barrio pobre de Lleida -que podría ser cualquier barrio de cualquier ciudad- decide robarle dos quilos de cocaína a un pequeño traficante. Las cosas se complican bastante y rápidamente tienen a la policía buscándolos pero también a los dueños de la merca que no se andan con chiquitas y envían a un terminador a resolver el problema. A partir de aquí, la huída sólo puede ser hacia adelante y no podemos explicar nada más.

El problema es que no basta con tener una muy buena historia y unos muy buenos personajes (los de Melero son excepcionales). Hay que tener algo más que explicar y hay que tener una manera para hacerlo, una estructura. Y la estructura de Ful es impecable. Por un lado, las voces narrativas. Tenemos capítulos narrados en una durísima primera persona que son los que corresponden a Ful. Luego están los capítulos explicados en tercera persona por un narrador que roza la ominisciencia y que da el contrapunto perfecto. Luego está la división en tres partes muy bien articuladas que corresponden a aquella regla básica del saber escribir: principio, nudo y desenlace. En este sentido, es convencional, pero porque la historia no puede explicarse de otro modo. Y luego está la manera en la que Melero enlaza el final del capítulo con el inicio del otro. Cada final da nombre al siguiente capítulo y así se crea un vínculo tan potente que el lector queda completamente absorbido por esta historia de 6 horas, lo que se tarda en leer el libro. Además de la estructura está la técnica. Y aquí es cuando Melero ha demostrado su mayor evolución: ahora domina a la perfección el ritmo y sus acelerones, la frase corta y contundente, la abertura y el cierre del foco narrativo. En definitiva, ha madurado y se ha convertido en un narrador de una gran potencia. Por buscarle fallas hay que decir que todavía adolece de algunas repeticiones léxicas que podrían mejorarse y que en uno de los capítulos, el primero de la segunda parte, la primera persona aparece donde no debe. Pero son errores muy leves y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra…

Cuando se tiene una estructura y cuando se tiene una buena historia hay que buscar un tema. Esta novela no es sólo una novela negra -impecable la dureza social y sociológica que exhibe el autor a lo largo de todo el libro y reitero que es impresionante la corte de buenos personajes secundarios que ha creado- sino que es una novela sobre dos conceptos fundamentales: la amistad y la ética. Ful es un canto a la amistad incondicional y a la vez el personaje tiene una ética forjada en base a líneas rojas (para la mayoría de nosotros mucho más allá de nuestras propias líneas rojas) que demuestran que siempre hay límites (incluso para el terminador), por ejemplo en la relación que mantiene con su padre, un hachazo en toda regla a la conciencia de cualquier lector. Las páginas de este libro rezuman fatalidad, pobreza, miseria y a la vez son un canto esperanzado a la vida y a la amistad.

Lo de la metamorfosis viene a cuento. Ya descubrirán ustedes dónde es un buen lugar para guardar el dinero, pero también se obligarán a reflexionar en qué se convierten los superhéroes de cómic cuando se quitan las mallas y las capas. De momento, Melero ha entendido que de una cucaracha se puede hacer gran literatura.

SEBASTIÀ BENNASAR

Ful

Rafa Melero Rojo

Alrevés

Barcelona, 2016

250 páginas.