Claro que puede haber policías en la novela negra

La presencia de policías en un texto no comporta que esa obra se ciña al género negro, pero evidentemente puede haber novela negra protagonizada por policías, y de hecho la hay y excelente. Lo digo porque mucha gente cree que la novela protagonizada por policías es novela policíaca y no tiene por qué ser exactamente así. Lo digo a raíz del post de ayer sobre Dolores Redondo y la novela negra en la que quedó muy claro que lo que hace la autora no es novela negra, por muchos asesinos y por mucha policía foral de Navarra que pueda haber en sus libros.

La novela de procedimiento policíaco, el llamado procedural, es una de las grandes familias de la novela negra. Teníamos las obras protagonizadas por detectives de la vertiente hard boiled; la crook story en la que los delincuentes son los protagonistas y muchas veces los narradores como en el caso de El cartero siempre llama dos veces; la novela con investigador casual, muchas veces un periodista, como pasa en la sensacional Los sudarios no tienen bolsillos, de Horace Mc Coy; y otras posibilidades, pero los policías llegan tarde como protagonistas.

De hecho, es en 1956 cuando un tipo llamado Salvatore Lombino (1926-2005) -el hombre que aparece en la foto- decidió cambiarse el nombre (era difícil triunfar con el suyo) e inicar ya como Ed McBain la serie de novelas -55 en total- dedicadas a la comisaría 87. Ahí fue cuando el procedural cosechó su primer gran éxito y desde entonces ha proliferado hasta el punto que la mayoría de novelas negras que se publican en el mundo tienen un policía como protagonista (y muchas que no son negras también). El siempre admirado y genial Chester Himes también inició a finales de los 50 su serie de diez novelas negras protagonizadas por dos policías de Harlem, Ataud Johnson i Sepulturero Jones.

La diferencia entre la novela negra y la novela policial no estriba en sus protagonistas, sino en la concepción y en el estado de ánimo. La novela negra tiene que dejarte jodido y descompuesto, la novela policial tiende al mantenimiento del status quo y de la tranquilidad del lector. Por eso a los lectores de novela negra nos gusta el procedural siempre que el policía sea al menos tan hijo de puta como los tipos a los que persigue.